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Calaveritas, el arte de trabajar entre el olor a chocolate

Foto(s): Cortesía
Itzel Guizar

Agencia Reforma

Para la familia Pizá, que se dedica a la fabricación de calaveritas de chocolate en Xochimilco, la celebración de Día de Muertos de este año significa empezar de nuevo. 

Sus ventas disminuyeron hasta 80 por ciento durante la pandemia de Covid-19. Creyeron que el confinamiento sería el fin de su negocio.
 

 

Sin embargo, este año su producción repuntó: actualmente producen hasta 500 calaveritas diarias. 

Rosa Isela Pizá es la matriarca del taller chocolatero La Casita del Chocolate, ubicado en San Lorenzo Atemoaya.

 

Ella pasó su infancia entre el aroma del piloncillo y del azúcar quemada; del amaranto, la cajeta y el chocolate.

A lo largo de cinco generaciones, su familia se ha dedicado a la fabricación de dulces regionales y alfeñiques de azúcar.

Las palanquetas de cacahuate, las alegrías y los muéganos de la familia Pizá se vendían en toda la Alcaldía Xochimilco e, incluso, en la Central de Abasto.

"En la época de mis bisabuelos se hacían los alfeñiques con masa de azúcar. Era muy típico de la época de Día de Muertos, de hecho, lo tradicional son las calaveritas blancas. Pero a la gente le empezó a gustar más el chocolate porque después de la ofrenda era más fácil comerlo que toda la azúcar, por eso yo cambié un poco el oficio", relató Rosa Isela. 

 

 

El suyo es de los pocos talleres chocolateros en esta zona. Desde mayo hasta el último día de octubre, el espacio se dedica a fundir chocolate, para colocarlo en moldes, enfriarlo y, finalmente, decorarlo con azúcar glass de colores. 

"Aquí todo el año huele delicioso, a chocolate, pero en la época donde se intensifica más es en esta, porque trabajamos más de 12 horas haciendo calaveritas para poder surtir a gran parte de la Ciudad", relató Pizá.   

A las figuras, que van de los 2 a los 15 centímetros de altura, se les da vida con colores llamativos: rosa mexicano, amarillo, azul, verde, morado y amarillo son los tonos que se utilizan para que las calaveras decoren, a su vez, las ofrendas en las que se coloquen.

Mientras las piezas más simples alcanzan un valor de 10 pesos, las más elaboradas se comercializan en 80. 

 

Tras los dos años de pandemia, el taller de Rosa Isela se ha dado a la tarea de crear otras figuras únicas para las ofrendas: catrinas y chinas poblanas son algunas de las piezas con las que La Casita del Chocolate celebra el aumento en sus ventas.

"Para mí fue muy feo ver que mi negocio no estaba vendiendo casi nada. Las deudas y créditos que pido para poder hacer mis calaveritas seguían creciendo y yo sin poder vender nada. Yo sí pensé que esto se acababa, pero a mediados de este año mis clientes empezaron a llamarme y a pedirme. Tuve que pedirles que me adelantarán algo de dinero para poder invertir, y parece que este año sí voy a tener ventas", relató.