Pasar al contenido principal
x

A 40 días del sismo: renovando la fe en Juchitán, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- Luto y llanto envueltos en el incienso que esparcía el “norte”, el Bií hioxo -el mes octubre del Xandú- acompañó a los cientos de familias juchitecas que se dieron cita frente al palacio municipal, para así cumplir con el duelo, el ciclo y reavivar el ánimo de los juchitecos participando en una misa.


Familias enteras se sumaron a la conmemoración de los 40 días del terremoto del 7 de septiembre, fecha en que se perdieron 36 vidas. Un día que deberá cerrar el ciclo que es necesario para pasar de la incertidumbre a una nueva actitud.


Desterrando la maldad


Durante la homilía, que estuvo a cargo del obispo Óscar Armando Campos Contreras, quien en breve dejará la Diócesis de Tehuantepec, dijo que Juchitán debe renovarse en la fe, en la esperanza, la unidad y que se destierre todo vicio y maldad.


“No dejen que el mal tenga la última palabra. Padres y madres de familia, preocúpense por educar bien a sus hijos. Edúquenlos en el amor y en el bien, que el mal no entre en la vida de la familia”.


Llamó a todos a trabajar para reconstruir a Juchitán, trabajar unidos y a participar todos; “que nadie se siente a esperar ayuda, trabajemos todos, porque la mejor ayuda que Dios nos ha dado es nuestra propia vida”.


Gustavo López, trovador juchiteco y uno de los promotores de esta ceremonia, dijo que es importante cerrar los ciclos, dejar que el dolor duela y llorar lo no llorado; porque es necesario cumplir con los rituales, despedir a nuestros muertos y hacer un camino de música y luz para sus almas.


“Cayeron nuestros techos y paredes, pero no nuestros sueños y esperanzas. Bajo los escombros perduran los cimientos desde donde se levantarán nuevos hogares. Viven nuestras raíces y se abren paso hacia la luz para volver a ser el pueblo de las flores”, añadió el trovador Enrique “Guajiro” López.


Reconstruyen la alegría


Después de la misa, bandas juchitecas se encargaron de reconstruir la alegría de los juchitecos con la ejecución de los sones tradicionales, sones de muerto y como pieza indispensable el Guendanabani (la vida) o la última Palabra.


Luego llegó la ejecución de los sones tradicionales; primero los niños con flauta y tambor y después las bandas a los que se sumaron integrantes de conjuntos musicales con sus elementos que ejecutan instrumentos de aliento.


“Es el momento de regresar a lo que era el Juchitán de siempre; sabemos que en Juchitán, la música está presente en la muerte, en el nacimiento y en el transcurso de toda la vida y eso es lo que debemos recuperar, la alegría de nuestro pueblo en base en la cultura”, dijo el trovador.