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Pandemia de COVID-19 exhibe carencias e indisciplina en la región del Istmo

Foto(s): Cortesía
Redacción

TEHUANTEPEC, Oaxaca.- El coronavirus lo ha alterado todo. Desde nuestros hábitos de higiene, hasta los sistemas económico y de salud. Hoy, esta patología para la que todavía no existe vacuna -a pesar de no resistir el agua y el jabón- mantiene en vilo no solo al país, sino a todo el mundo. Nos ha mostrado lo difícil que es, en una región como el Istmo de Tehuantepec, acatar el confinamiento, aislamiento o cuarentena.


El estilo de vida de los istmeños y, sobre todo, las necesidades que existen en esta zona, no permiten acatar al pie de la letra las recomendaciones realizadas por los tres órdenes de gobierno para evitar la propagación del virus. Desde el inicio de la pandemia hasta el día en que fue confirmado el primer caso, y aún ahora que se sabe sobre seis defunciones por complicaciones por Covid-19 y 36 casos positivos, la ciudadanía no ha tomado con seriedad las medidas preventivas. 



La mayoría de las personas continúa realizando sus actividades de manera normal. Sin usar cubrebocas, sin guardar la sana distancia, sin el lavado frecuente de manos o uso de gel antibacterial. El mercado público opera de manera regular, al igual que las sucursales bancarias. Tan solo en Tehuantepec, existe un amplio sector de la población, sobre todo adultos mayores, que no cree en el coronavirus y que expresa, incluso, que se trata de un "invento del gobierno".


Las restricciones impuestas por las autoridades no han funcionado, y por el contrario, son violadas una y otra vez. 


En tal sentido, el médico tehuano, Francisco Salud Bautista, sostiene que la pandemia es un parteaguas y se pronuncia porque las personas comprendan lo necesario que es cambiar el estilo de vida. "De la misma manera nos enseña que debemos cuidar nuestras riquezas naturales, evitar la contaminación ambiental, preservar siempre la flora y la fauna, mantener el equilibrio de los ecosistemas".


Para el catedrático Juan González el coronavirus vino a exponer qué tan mal estábamos en economía, salud y educación, temas en los que después de pasar el estado de emergencia, dice, el gobierno deberá poner mayor atención.


Sin embargo, advierte que serán muy pocas las personas que tomen consciencia luego de la crisis que atravesamos, “es mentira que esta pandemia nos dejó grandes enseñanzas, la gente no cambiará en su conducta porque no hay consciencia. A lo mejor existirán algunos cambios, pero serán mínimos”, sostiene.


Por otra parte, mencionó que el COVID-19 exhibió la fragilidad del sistema educativo en México, "y ésta es una oportunidad que se da para aprender cosas nuevas".


Consideró que los profesores deben aprender a modificar sus planes y programas de estudio, y hacer uso de su experiencia para conducir el aprendizaje, basado en la tecnología. Opinó además que la casa debe funcionar como una escuela.


Por su parte, el maestro jubilado Gerardo Molina Sánchez es un poco más optimista al señalar que, así como el terremoto del 2017, este año la pandemia deja grandes enseñanzas a la sociedad y una vez que pase cambiará para mejorar nuestra condición de vida.


En algunas personas cambiará el hábito de la limpieza e higiene; cada casa, confía, tendrá su propio gel antibacterial para prevenir cualquier infección, muchos quizás empiecen a utilizar los tapetes sanitarios en las entradas de sus domicilios y así como en las granjas porcinas y avícolas se utilizará agua con cloro para desinfectar el calzado para evitar que la gente lleve agentes contaminantes.


Debe ser una costumbre que las personas que venden comida en los mercados como en la vía pública y no solo en esta pandemia, utilicen cubrebocas para no exponer al cliente a alguna bacteria en el momento de hablar, con mayor razón si sufre de gripe.


En diversas ciudades de Istmo las medidas preventivas no son acatadas.