Pasar al contenido principal
x

Recuerdan la derrota del batallón “Cola del diablo” en el Istmo

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, OAX.- "El enemigo ha dejado en nuestro poder más de trescientos fusiles, sus dos piezas de montaña, con abundantes proyectiles, muchas cajas de parque de fusil y cerca de 200 muertos, entre los que encuentran treinta y tres franceses de la contra-guerrilla del 91/o, de línea que vinieron a batirnos y quedaron regados en el tramo de seis leguas en que fueron perseguidos tenazmente.”, así narra el jefe político de Juchitán, Máximo Pineda, al presidente Benito Juárez el triunfo sobre el 91 Batallón de Línea  francés conocido como “Cola del diablo” el 5 de septiembre de 1866.


Pero antes de ese triunfo, tres días previos a la batalla que el pueblo de Juchitán celebra con bombo y platillos desde hace 150 años, el 2 de septiembre, una comitiva de “importantes” y “respetados” tehuanos llegó hasta el centro del pueblo para reunirse con la autoridad y también con renombrados ciudadanos para convencerlos de rendirse sin pelear y entregar la plaza al ejercito imperialista que era comandado por el General Luciano Prieto.


La respuesta fue un rotundo no, el más anciano de los juchitecos reunidos ese día ante el inminente ataque, según da cuenta el libro “Conozcamos la gloriosa batalla del 5 de septiembre de 1866”, exclamó e inyectó valentía a todos los presentes.


“Ella Padre Vicente lúu guiácabe, o laáacabe o láanu pero rarí qui zadídicabe/¡Ahora Padre Vicente, sobre ellos, o ellos o nosotros, pero de aquí no pasarán!”, después de aquello, los juchitecos se organizaron para hacer frente con sus batallones denominados  “Zaragoza”, ”Jiménez” y “Gallegos”.


Al llamado de defensa del territorio se sumaron los de San Blas Atempa con su batallón “Cortés”, encabezado por el Coronel Francisco Cortés, también se sumaron hombres de la población de Shihui’, así como de una comitiva de chiapanecos.


El historiador Víctor Cata reflexiona y ve como natural la defensa del pueblo, porque Juchitán, como muchos pueblos del Istmo como Tehuantepec y San Blas Atempa, vienen de una tradición de  levantamientos armados y defensa del territorio.


“Lo traemos en nuestro ADN histórico, empezando con Tehuantepec y la rebelión de 1660 contra los españoles, continuando con la revuelta en 1850 con Gregorio Meléndez y la separación del Istmo de la República. Entonces, teniendo todos estos antecedentes no era raro que desde mediados y finales del siglo XIX, específicamente en Juchitán, se diera una defensa y un levantamiento armado”, explicó el investigador juchiteco.


La defensa comenzó desde el 3 de septiembre con  Anastasio Castillo y el batallón Zaragoza  a la altura de Ixtaltepec. Después el Ejército imperialista entró con tres columnas a Juchitán la madrugada del 4 de septiembre por el rumbo de la Primera Sección, para ocupar la ciudad por la avenida principal 5 de septiembre, al emprender la retirara los juchitecos.


Ese 4 de septiembre de 1866, el enemigo ya con muchas bajas y cansados, ocupó la iglesia de San Vicente Ferrer; pero su aliado, la Guardia Nacional de Tehuantepec, que dirigía Remigio Toledo de Tehuantepec, huyó del lugar abandonando al 91 Batallón. Al otro día, el 5 de septiembre, los juchitecos incitados y avalentonados por las juchitecas se recuperaron y dan todo en la lucha logrando el triunfo.


“Aquí en Juchitán fueron derrotados los soldados franceses y lo poco que quedó fueron dispersados, por los diferentes rumbos, por lo que le sugiero atacar a los que están en Oaxaca antes de que se incorporen los derrotados, procedentes de Juchitán”, informa Albino Jiménez , Binu Gada, al coronel Porfirio Díaz.


Para Tomás Chiñas Santiago, Presidente del Grupo TONA TAATI’, la Intervención Francesa, acrecentó la conciencia nacional, por eso el ejército republicano contó con el apoyo popular.


“Ahí está el ejemplo de los valientes juchitecos que, apoyados por los pueblos del Istmo de Tehuantepec y del vecino Estado de Chiapas, defendieron la soberanía nacional en Juchitán el 5 de Septiembre de 1866; los ejércitos republicano y popular se fundieron en uno solo para derrotar las ambiciones imperialistas de Francia.”


Para Tomás Chiñas, el papel de las mujeres juchitecas encabezadas por Petrona Esteva Tona Taati’, Rosalía y Simona Robles, Paulina Vásquez y María Tachu, fue importante, porque no solamente curaron a los heridos y alimentaron a los hombres, sino participaron abiertamente en la lucha.


A 150 años de la hazaña de los juchitecos expresó que se debe de  reflexionar sobre la viabilidad histórica de la  actitud frente a las nuevas formas imperialistas que vulneran la  soberanía.


“Tenemos que rescatar nuestra memoria histórica para retomar las fuerzas motrices que impulsaron a los héroes juchitecos a abrazar las causas republicanas. Debemos glorificar el espíritu de nuestros pueblos originarios, sobre todo ahora que México vive grandes e inusitados cambios. El nuevo escenario del México de hoy obliga a reflexionar sobre la concepción de independencia y soberanía, para hacer énfasis en el pensamiento juarista de que ningún gobierno patriótico puede hipotecar o enajenar el territorio nacional porque no tiene facultades para ello”, insistió Tomás Chiñas.


“Una mañana en que venían los rubios sobre nosotros


había alboroto en nuestro pueblo;


estaban repicando las campanas del templo mayor,


ya venían los extranjeros con quienes íbamos a pelear.”


Fragmento de poema “5 de septiembre” traducido por


Víctor de la Cruz de un poema de Pancho Nácar