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Conviven con la muerte como parte de su trabajo

Foto(s): Cortesía
Itzel Guizar

Diariamente, hay quienes conviven con la muerte como parte de su trabajo.

Al conmemorarse mañana el Día de Muertos, conozca los casos de Ángel, Martel e Irasema, que desempeñan sus labores con pasión y profundo respeto.

Los atiende con respeto

Con casi 25 años de experiencia, Ángel Muñoz es un embalsamador apasionado de lo que hace, buscando que alumnos de la Facultad de Medicina aprendan, al igual que él, sobre el cuerpo humano.

Cuando un cuerpo es donado a la institución educativa para su estudio, su día laboral comienza preparando un baño, un proceso de desinfección y la infiltración de químicos en el cadáver, previo a que los estudiantes puedan analizarlo.

Recordó que, al estudiar la Preparatoria Técnica Médica, seleccionó la especialidad de embalsamador, que ya no existe en el plantel, y destacó que hoy es complicado identificar algún taller certificado para aprender el oficio.

"Fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida", expresó.

Afirma que no ve a un cuerpo con morbo o con miedo, sino desde un punto de vista científico.

Deja de lado cualquier creencia, y para él se trata de una persona como cualquier otra, a la que debe atender con el mismo cuidado que a los vivos.

"El hecho es que sigue siendo una persona", dijo, "y lo más importante es tratarlo de la mejor manera, como si fuera una persona convaleciente, con cuidado y con respeto".

Busca preservar su mejor imagen

De jugar de niño entre ataúdes, Martel Zapiain pasó a dirigir una funeraria.

Su trabajo, que prácticamente empezó a los 14 años, lo describe como la labor de que los familiares y allegados de una persona fallecida se lleven un buen recuerdo de su ser querido.

Es la tercera generación al frente de Funerales Zapiain, así que su maestro de embalsamar lo tuvo siempre en casa.

Su padre le heredó la visión de dejar de lado las circunstancias que llevaron a la muerte al cadáver frente a él, y a enfocarse en dejar el mejor recuerdo posible para quienes quedan con vida.

Por su funeraria han pasado personajes icónicos de la Ciudad, como políticos y artistas.

"Se les da el mismo trato (a todos), porque es una persona que nos confió su familia", expresó, "a mí no me importa quién sea, sólo necesito hacer las cosas bien para que su familia tenga la mejor imagen de él".

Su trabajo consiste, entre otros, en identificar la causa de muerte, la complexión de la persona fallecida y su color de piel, para comenzar con el embalsamamiento.

"Yo me quito de la cabeza quién es o quién fue... Es un trato digno".

Da apoyo a la familia

Uno de los procesos más dolorosos ligado a la muerte es dar la noticia a una persona sobre el fallecimiento de un ser querido y, para ello, los estudiantes de la Facultad de Medicina se preparan con un curso de tanatología.

Irasema Sierra, coordinadora del Grupo de Estudiantes de Educación e Investigación Tanatológica (Geeitan), lleva cuatro años colaborando con estudiantes para dar a conocer el proceso de las pérdidas.

La clave, asegura, es el acompañamiento.

"Básicamente, lo que hacemos con los estudiantes es enseñarles cómo abordar el proceso de pérdida: qué tipo de preguntas hacer, cómo guiar el proceso de acompañamiento, para que la familia viva un mejor proceso de aceptación a la pérdida", explicó.

El proceso, resaltó, es tan importante para el mismo médico que puede sufrir la muerte de un paciente, como hacia la población, ante el fallecimiento de un ser querido.

"Lo más importante que le hacemos saber al estudiante es que estamos tratando con personas, y como personas merecemos respeto y tenemos derechos", señaló.

"Hay muchísimas emociones inmersas, es respetar el duelo de cada persona".

Con información de Agencia Reforma.