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Vivir en la calle en San Mateo del Mar, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

A mi me enseñaron que los hombres no lloran, ¿cómo no hacerlo si este dolor es mucho más fuerte que yo?, pregunta Rodrigo Miranda, mientras contrae con toda su fuerza entre sus brazos a su pequeña hija de cinco años y su mirada es una conjugación de tristeza y terror; Rodrigo aún no se explica cómo sucedieron las cosas, cómo su patrimonio construido con tanto esfuerzo y sacrificio, quedó bajo los escombros en tan solo 40 segundos.


La noche del 7 de septiembre quedará grabada en la memoria de Rodrigo el resto de su vida; pese a las pérdidas, sabe que es un milagro; pues sólo bastaron unos segundos para salvar la suya, la de su esposa e hijas, que a punto estuvieron de perecer.


San Mateo del Mar también tiene daños, victimas, también sufre, dice Rodrigo mientras recuerda como tuvo que dejar atrás toda una historia de vida; una vida que como muchas en la zona, está limitada por la pobreza.


“Yo era pescador, ahora no tengo nada para hacer mi trabajo y ¿con qué le voy a dar de comer a mi familia?”, llora desesperado.


No se qué pasa con el gobierno, solo miran a Juchitán, aquí también se acabó todo, la gente duerme en las calles, tenemos alimento por la caridad de algunas personas pero nada más, sólo quiero que venga una autoridad y nos de esperanza, puntualiza.


El mar quiere llevarse a sus hijos


Para Floricelda Silva, la esperanza no es mayor, perdió su tienda y su venta de camarón, es madre soltera de tres pequeños en edad escolar y no sabe que hará para recuperarse de las pérdidas que ocasionó el temblor.


“Ahora el mar parece que quiere llevarse a sus hijos, seguramente nos ve muy tristes, porque en las calles de San Mateo el agua sale de entre ellas, ¿y cómo no quererse ir, si ya no tenemos nada, si lo que tuvimos nos llevó años, si ya no son las mismas fuerzas?”, dice Flor.


Languidece la esperanza


La esperanza de que llegue ayuda a San Mateo del Mar se debilita con el paso de los días, las familias de Rodrigo y Floricelda fueron refugiadas en casa de personas nobles que viven en Salina Cruz, gente humilde que comparte su techo y alimento con los damnificados del sismo; pero ello no puede ser eterno, alguien debe al menos indicarles qué sigue, qué hacer, como empezar de nuevo.


Mientras, San Mateo del Mar y 41 comunidades más, enfrentan la desesperación de vivir literalmente en la calle.