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Pillaje agrava la tragedia en el Istmo, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN DE ZARAGOZA.- Durante las últimas  cinco noches, Carmen y su familia no han podido dormir. Sentados sobre sillas tejidas con mecate, se balancean esperando que el día gane sobre las manecillas que avanzan lentamente.


El desvelo socavó sus ojos. “Ya no dormimos, vivimos con el temor de que una pared se nos caiga encima o que nos roben lo poquito que nos queda”.


Su miedo está fundado. Habían transcurrido dos días de la tragedia cuando, en un abrir y cerrar de ojos, le robaron zapatos y ropa rescatados de su inestable vivienda que perdió la parte frontal.


En medio de la tragedia la rapiña se mezcla con la desesperanza de haberlo perdido todo y aun así ser víctimas de robo.


1446 réplicas del sismo hasta la noche de ayer

28 sismos ayer mayores a 3 grados

16 mayores a 4 grados ayer

36 réplicas mayores a 5 grados


 


La familia de damnificados vive sobre la calle 5 de septiembre, en la Primera Sección en el predio anteriormente ocupado por un lava autos. Los integrantes de la familia sólo pudieron rescatar ropa y calzado. Sus demás pertenecías permanecen en la vivienda que el temblor dejó al desnudo. Habitaciones y sala  expuestas al colapsar la fachada.


En el lugar, conocido por ser un punto totalmente de actividad comercial, es altamente susceptible al saqueo. Algunos trabajadores se ven obligados a montar guardias en torno a las grandes tiendas departamentales como Coppel y Elektra, pero también en instalaciones cajas populares y sucursales bancarias.


Policías habilitados


Miriam es trabajadora de la tienda Elektra ubicada en 5de Septiembre, desde el pasado viernes cumple con su jornada de trabajo al igual que la de sus compañeros. Sus labores consisten en montar guardia afuera de la tienda para ahuyentar la rapiña.


La jornada se vuelve tediosa, pero saben que en el menor descuido pueden resultar afectados, a pesar del riesgo de que muestran las cuarteaduras del inmueble.


“Yo llevo un día completo sin dormir. Por la noche la pasamos en vela, para que no nos roben en la casa y en el día aquí. No hay de otra, hay que trabajar porque de otra manera ¿cómo salimos dela tragedia?”, explica otro trabajador con los ojos vencidos  por la incertidumbre enquistada tras el sismo de 8.2 grados Richter.



Los tradicionales puestos istmeños tratan un poco de revivir la actividad comercial.

El pánico de las réplicas va y viene entre las pláticas de los juchitecos. A ello también se sumó una nueva preocupación por el incremento de la inseguridad.


“Ya no tenemos nada y aun así nos quitan lo poquito que nos queda. Que los perdone Dios y a nosotros que nos dé fuerzas para soportar esta tragedia”,  ruega doña Carmen.