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Tras ser declarada muerta a menor de edad ¡La velavan viva!

Foto(s): Cortesía
Itzel Guizar

Un día después de haber sido declarada muerta por personal médico del Hospital Básico Comunitario del municipio de Salinas, a 100 kilómetros de la capital potosina, Camila Roxana Martínez Mendoza, de 3 años, era velada el pasado jueves 18 por su familia.

Sin embargo, al ver que el cristal de la caja se empañaba y los ojos de la niña se movían, su madre y su abuela decidieron abrir el ataúd.

Una enfermera ahí presente confirmó que Camila tenía signos vitales.

Cuando le detectó pulso y oxigenación, pidió de inmediato una cobija para calentar a la pequeña; fue llevada en ambulancia de nuevo al hospital pero Camila murió en el traslado.

La madre de la niña, Mary Jane Mendoza, de 20 años, relató que su hija había ingresado enferma al hospital y la madrugada de aquel jueves fue declarada muerta por primera vez.

La primera acta de defunción que se emitió decía que el fallecimiento ocurrió a las 00:15 del jueves 18 por una diarrea aguda, deshidratación severa y shock hipovolémico.

"Cuando yo corrí a ver a la niña, ya le habían quitado oxígeno, suero. Ya no hicieron nada", narró.

"Agarro a la bebé y sentí su abrazo", contó. "Yo les digo: 'No está muerta, sentí fuerzas en ella', y el doctor me respondió: '¡Ya suéltala, no la maltrates!'".

Personal del hospital contrató un servicio funerario y la niña empezó a ser velada en familia horas después.

No obstante, familiares de la pequeña detectaron que el tono de su piel no cambiaba y advirtieron que dentro del ataúd aún respiraba.

Al ser llevada de nuevo al hospital falleció. Fue a las 18 horas del mismo jueves.

La segunda acta de defunción de la niña consignó que Camila había muerto por un edema cerebral, falla metabólica y deshidratación.

La indagatoria

Para conocer si existió negligencia en la atención médica de la menor, la Fiscalía General del Estado (FGE) inició una carpeta de investigación de oficio, informó su titular José Luis Ruiz Contreras.

Con información de Agencia Reforma