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Madres migrantes: esperanza de justicia

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- Lilia esperaba encontrar en la fosa común un jardín de rosales multicolores, rosas que ella y sus compañeras centroamericanas sembraron el año pasado en el cementerio localizado detrás del panteón municipal “Domingo de Ramos".


De los rosales que plantó no encontró ni la sombra. Las autoridades no respetaron el lugar y lo siguieron utilizando como basurero, a pesar de que era un espacio simbólico convertido en memorial para todos los migrantes que han muerto durante su paso por el Istmo oaxaqueño.


Lilia Morales, de El Salvador, cuelga sobre su cuello la fotografía de su hermana Jaqueline Morales Jovel, desaparecida en Sonora en el 2007, hace nueve años, el mismo tiempo en que el cementerio que visitó en Juchitán cobró notoriedad internacional por ser el lugar donde fueron sepultados 11 migrantes que se ahogaron en la costa de San Francisco Ixhuatán cuando naufragó la lancha que los transportaba.


Lilia no tiene una tumba para llorar. Ni en México ni en El Salvador. Tampoco tiene un cuerpo que reconocer, mucho menos sepultar y llevarle flores. Por eso se conmueve cada vez que visita el cementerio de fosas comunes de esta ciudad zapoteca.


Esta es la tercera ocasión que visita el espacio que fue acondicionado por las autoridades de la Vicefiscalía Regional del Istmo, para sepultar a personas que no son identificadas, sin importar si son extranjeros o mexicanos.


"Este lugar era un basurero cuando lo encontramos hace tres años. El año pasado se limpió y sembramos rosas. Nos fuimos contentas. Esperaba por lo menos encontrar algunas rosas, pero nada. Los que nos prometieron cuidar no cumplieron. Ahora nos vuelven a prometer que van a convertir el lugar en un parque homenaje a los que han muerto. Ojalá y ahora nos cumplan”, comentó.


La Caravana llegó el lunes al albergue “Hermanos en el camino” de Ciudad Ixtepec. Al mediodía de ayer fueron recibidas por las autoridades de Juchitán frente al palacio municipal, y luego sembraron árboles en el memorial en coordinación con los integrantes del Foro Ecológico Juchiteco, quienes se comprometieron a dignificar el lugar y no permitir que se vuelva a convertir en basurero.


La XII Caravana de Madres Centroamericanas en busca de sus hijos desaparecidos está compuesta por una delegación de mujeres de Nicaragua, Guatemala, Honduras y El Salvador. Llegó a México el 15 de noviembre y recorre desde entonces parte de la ruta migratoria que vienen escudriñando desde hace 17 años en la búsqueda de pistas de sus hijos.


Rubén Figueroa, coordinador del Movimiento Migrante Mesoamericano, explicó que el lugar es simbólico para la lucha que emprenden las organizaciones de migrantes que buscan a sus desaparecidos, aunque las autoridades mexicanas no tienen claro los datos de los sepultados en el cementerio de Juchitán.


“La intención es dignificar el lugar, porque no se descarta la presencia de migrantes sepultados. Pedimos que se verifiquen los datos, que se identifiquen los cuerpos depositados, no sólo en este lugar, sino en las fosas comunes que existen en la ruta migratoria”, puntualizó.


El Istmo de Tehuantepec se ha caracterizado por ser una de las rutas migratorias más transitadas en el país (segunda ruta migratoria con mayor importancia internacional). Los centroamericanos cruzan por territorio oaxaqueño, donde son víctimas de abusos y de delitos, especialmente las localidades de Chahuites, San Pedro Tapanatepec, Zanatepec, Unión Hidalgo, Juchitán, Ixtepec y otros lugares de paso obligado en la zona, detalló.


La caravana está auspiciada  por el Movimiento Migrante Mesoamericano y con apoyo de una amplia red de organizaciones humanitarias mexicanas e internacionales, deja su huella y levanta su voz en 11 estados y 30 localidades del país donde se visitan albergues, cárceles, y las calles de los poblados y caseríos por los que han pasado sus hijos en ruta hacia el norte a realizar la labor de la cual son fundadoras y expertas.