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Faltan traductores en los juzgados del Istmo de Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- Fue sacado de su rancho en la Agencia Álvaro Obregón por dos policías, sin entender nada; luego lo trasladaron a una celda en Salina Cruz, le brillaron los ojos y su corazón sintió calor luego de cuatro días gélidos en la celda cuando escuchó las primeras palabras en su lengua materna: el zapoteco, así lo relata Germán Ramírez Martínez, perteneciente al Padrón Nacional de Intérpretes y Traductores en Lenguas Indígenas.


En esa ocasión, el joven abogado no era intérprete sino perito, pero lo pone como ejemplo de cómo los indígenas que son presentados ante la justicia no saben ni por qué delito son acusados y, durante el proceso, tampoco saben de qué se trata aún cuando entiendan algo de español; el bagaje legal es extraño para los acusados.
 


Lauro y su condena


En el caso del indígena de Álvaro Obregón, que llamaremos “Lauro”, no sabía, hasta que lo escuchó en zapoteco: estaba acusado de violación y por recibir la atención de un intérprete a destiempo, se le imputaron 40 años de prisión por un delito que le fabricaron.


Aunque se piensa que en las ciudades como Juchitán las personas indígenas están habituadas al zapoteco, hay zonas en donde las personas son completamente monolingües, aseguró el traductor. Tal es el caso de las agencias como La Ventosa, Chicapa de Castro, Álvaro Obregón, Ejido Zapata, Santa María Xadani, así como en el municipio de San Blas Atempa y su agencia de Santa Rosa de Lima.


Para Ramírez Martínez, el número de intérpretes actuales para todo el estado que no llegan ni a 100, no son suficientes ya que aún cuando los indígenas entiendan el español, no comprenden el bagaje de los juzgados y necesitan que se les explique en su lengua, además de que tienen más confianza, entienden y se defienden mejor cuando se les permite participar en su lengua.


El intérprete también recomendó que los jueces y los encargados de impartir justicia conozcan los costumbres y tradiciones de los pueblos indígenas, para no violar sus derechos humanos y cometer injusticias, sobre todo los intérpretes que no sólo deben conocer bien su lengua y costumbres del pueblo de donde son originarios, sino de todos los pueblos del Istmo.


Puso el caso de las costumbres para los casamientos en donde ha habido casos en donde a los padres los han acusado de “trata de blancas” por “vender” a sus hijas y en la que se ha resuelto al cambiar el término “pago” por el termino “dote”, que en algunos pueblos del Istmo se acostumbra entregar a los padres.