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Las madres, en la alegría y la tristeza

Foto(s): Cortesía
Redacción

ISTMO DE TEHUANTEPEC, OAX.- Cuando se trata de apoyar desde las gradas, ahí están, y si gana el equipo donde juega su hijo viene la alegría; pero que tal cuando son derrotas, ni modos, a colocar los brazos, el pecho, para consolar al pequeño, sí, porque para una madre no importa la edad, siempre lo llamará así.


Esta situación se vivió en la Liguilla del futbol profesional de la Tercera División, en la cancha de la Unidad Deportiva de Lagunas, donde los Cementeros sostuvieron una épica batalla; sin embargo, al final fueron vencidos y esto permitió ver que los chavos también lloran, y ahí estaban ellas, las que con mucho amor están en todo para apoyar a sus hijos.


No importó la distancia para doña Rebeca Pérez Guerrero, quien desde Chiapa de Corzo realizó el viaje para apoyar a su hijo Luis Enrique Borraz; de igual manera lo hizo Gladys Martínez Villaverde, que desde Tuxtla Gutiérrez viajó para estar con Zúñiga, su tesoro, porque eso somos para las madres. De igual manera, Lourdes Pineda Rodríguez salió desde temprano de Juchitán para apoyar a Javier y lo mismo fue para Verónica Mijangos María para acompañar a Elian Sebastián.


A ellas las unía el mismo ideal: apoyar con todo a quienes han abrazado ésta carrera de futbolistas con el sueño de llegar a ser alguien en Cruz Azul; coincidieron al hablar que además de jugar, en la institución asimilan valores que le será de mucha utilidad en toda su vida, por eso están agradecidas con el técnico Oscar Reyes, por la paciencia y sabiduría para encauzarlos a ser buenos deportistas para que el día de mañana sean mejores ciudadanos.


Desde temprana hora dieron la bendición a sus hijos, luego se acomodaron en las gradas para apoyar con todo a lo largo del partido: aplaudieron, gritaron, gesticularon, motivaron, hicieron que la tarde fuera inolvidable, porque con esa entrega en el apoyo, los jugadores redoblaron esfuerzos para hacer que el juego cayera en el dramatismo.
Esto no es sólo del futbol, lo hay en cualquier otro deporte, las mamás son las aficionadas número uno de sus hijos, con quienes festejan en los triunfos y dan consuelo en las derrotas.


Esos abrazos, besos, lágrimas, quedan como elocuentes imágenes de la contraparte de la alegría, sobre todo de la fortaleza de una madre para decirle al hijo, que dio su mejor esfuerzo y que como en la vida, se gana o se pierde, por eso hay que saber asimilar estos momentos.
En los triunfos donde hay alegría; ahí están, y en la derrota, que trae como consecuencia la tristeza, también.