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Curtidores juchitecos, los hombres sin olfato

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- El olor es penetrante. Se mete por la nariz y se impregna en la piel. No hay perfume que aminore el golpe. El visitante intenta no respirar y no vomitar por el putrefacto olor, ese olor característico de las pilas o las curtidurías de piel. Todos lo perciben menos Víctor y José Cruz.


Estos dos hombres, cada uno con 70 años, ya perdieron el sentido agudo del olfato, ellos aseguran que se acostumbraron, es lo que huelen día y noche, las 24 horas, los 365 días del año. No conocen otro olor desde hace más de 60 años.




La poca ganancia y el estigma sobre el mal olor, casi hacen que este oficio se extinga.

 


Toda una vida


Víctor López Velásquez es el dueño de la pila, José Cruz Martínez Orozco es uno de los trabajadores. Víctor aprendió el oficio cuando tenía 17 años junto con su hermano. La curtiduría la tiene en el patio de su casa y ocupa la mayor parte de la propiedad. Antes de que la ciudad creciera, la pila estaba ubicada en los límites de Cheguigo, colindando con la carretera federal, ya en el monte, pero con el crecimiento poblacional se quedó atrapado.


El proceso


El curtimiento de la piel de ganado tiene un proceso de un mes y dos días. Víctor lo tiene perfectamente cronometrado. Comienza con la compra de la piel del ganado con los matanceros de la ciudad, dependiendo del tamaño es el precio: van de 600 a 800 pesos la pieza.


El primer proceso comienza con raspar la piel cruda, quitarle todo los residuos de carne, pelos y pellejo, luego la cuelgan en un mecate al sol para el secado, para después meterlo en un preparado de maíz en ollas de barro por dos días, luego la sacan y la colocan en unas piletas de agua de cal por 15 días, es ahí donde comienza a curtirse la piel hasta lograr un color blanco.


El siguiente paso consiste en sacar la piel y colocarla en unos troncos de madera inclinados, por varias horas --con un fierro-- la liman hasta dejarla limpia y blanca. Inmediatamente después la sumergen en unos grandes tanques de agua de huamúchil, durante cuatro días, para luego pasarla al último proceso en donde cosen todos los extremos de la piel dejando sólo unos agujeros por donde le rellenan el huamúchil triturado y la sumergen en agua hasta quedar listo.




Agua de maíz y de huamúchil se utilizan en el proceso de curtir la piel.

 


Huamúchil, indispensable


La corteza del árbol de huamúchil es importante para todo el proceso. Ésta es triturada en un pequeño molino especial que Víctor tiene en el interior de una casa vieja. Este polvo es el ingrediente principal para lograr el curtimiento, pues las propiedades de la corteza queman por dentro y por fuera la piel ante el contacto constante.


El agua de la pila, la del maíz y la de huamúchil, son curativas, sanan a las personas que tienen problemas de hongos en la piel.


"Esta agua cura, quema los hongos del cuerpo. Aquí vienen personas muy enfermas de la piel, algunos meten los pies y las manos por varios minutos, otros el cuerpo, por varios días hasta sanar, sanan en menos de una semana. Si esta agua curte la piel del ganado, qué no va curtir la piel humana", explica sin dejar de rellenar de polvo en los bultos mientras el agua le llega a la rodilla.


 




El polvo de la corteza de huamúchil.

 


Pocas, las ganancias


En las pilas Víctor tiene hasta 10 piezas. Después de un mes dos días, la piel ya está lista para venderse y lo logra colocar entre los pocos talabarteros especialistas en huaraches de piel desde 600 hasta mil 300, dependiendo el tamaño. La ganancia es muy corta para el duro y largo trabajo de curtimiento.


José Cruz por su parte, al ser sólo trabajador gana 20 pesos por mover todos los días durante cuatro, de 9 de la mañana a 3 de la tarde, las pesadas pieles en las pilas de huamúchil. El trabajo requiere mucha fuerza en esta etapa, porque la piel ya cosida la voltea una y otra vez hasta dejarla lista para el último proceso.


ALARMANTE NOTICIA


En la ciudad de Juchitán el oficio de curtidor ya está extinguiéndose. En este municipio sólo existen 20 pilas, todos son negocios familiares. Algunos de los motivos que han llevado al oficio a casi extinguirse son: la poca ganancia, el trabajo duro y el estigma del mal olor en la piel.