Pasar al contenido principal
x

A 363 años de la Rebelión Indígena de Tehuantepec

Foto(s): Cortesía
Ángel Mendoza

TEHUANTEPEC, Oaxaca.- En Tehuantepec se gestó un movimiento que se extendió por toda la región del Istmo e involucró a pueblos pertenecientes a diferentes etnias, un levantamiento que cuestionó las formas de dominio y explotación en que vivían las comunidades indígenas.  

La sublevación llamó la atención de todo el reino de la Nueva España, incluso la propia España, debido a la organización con la que combatieron los pueblos. El Lunes Santo es considerado como la más grande rebelión del siglo XVII.

Los españoles creían que no había una capacidad intelectual para realizar una rebelión tan grande en pocas horas, pues en cinco u ocho horas habían enviado emisarios a los diferentes pueblos indígenas para que se levantaran en insurrección.

Con el levantamiento del 22 de marzo de 1660, justamente un Lunes Santo, se toman las previsiones importantes de atajar el camino e irse contra las autoridades españolas que representaba Juan de Avellán, un hombre sanguinario y cruel que cambió el sistema de vida en Tehuantepec, ya que rompió con la armonía que había entre españoles y zapotecas, dijo el historiador Mario Mecott Francisco.

Mecott Francisco relata que con la muerte de Juan de Avellán, los indígenas zapotecas tiran y queman la bandera de España, el retrato del rey, lo que representa los indicios por acabar con el viejo régimen. 

La situación que provocó esta rebelión nunca se había dado, desde que Tehuantepec fue conquistado y los reyes zapotecas "abdicaron" a favor de los reyes de España, porque valoraron que ni aun juntas todas las regiones mesoamericanas podrían enfrentar a la Corona española. Entonces la mejor arma de los zapotecas era negociar, y lo hicieron muy bien, dejaron de ser reyes, pero se quedaron como caciques o gobernadores de indios de la provincia de Tehuantepec.

En este contexto, los virreyes que llegaron a la región se acomodaron a las necesidades y obligaciones del pueblo de Tehuantepec, pero cuando llega Juan de Avellán, quien no respeta los acuerdos, empieza a exigir mayores cantidades de manta en menor tiempo, que para los zapotecas era una preocupación y representaba una vejación. Esto provocó que muchos se vieran obligados a vender sus hijas, sus joyas y productos, pues era una esclavitud a la cual no estaban acostumbrados vivir.

Fue así como se organiza la rebelión de Tehuantepec, y que debía estallar un jueves o viernes santo, porque dos veces al año se reunía toda la nación zapoteca, el primero era durante el año nuevo zapoteca que se celebra el 12 de marzo, pero con la llegada de los españoles se pasa a diciembre. Y la otra fecha era Semana Santa, estaba el Segundo Viernes de la Cuaresma en Santiago Astata y Cuarto Viernes de Cuaresma en Chihuitán, en donde se reunían todos los pueblos, sin embrago, es en la Semana Mayor cuando se reúnen todos los pueblos en Tehuantepec.

Mario Mecott afirma que incitó a la rebelión la muerte a latigazos del cacique de Tequisistlán, ya que las mantas que presentó no fueron del agrado del gobernante y lo mandó a azotar. Y cuando tocó el turno al cacique de Mixtequilla presentar su manta, los indígenas ya estaban de acuerdo que, si algo pasaba, “un chiflido” era suficiente para concentrase en la casa del alcalde mayor, y así sucedió.

Al escucharse el “chiflido” las campanas del barrio Santa María empiezan a repicar para llamar al pueblo a la rebelión. La gente se amotina para darle muerte a Juan de Avellán, quien corre al convento de Santo Domingo para escapar, pero es alcanzado por una piedra que le “vuela los sesos”.

Los religiosos, al enterrarse del hecho, salen de la Catedral con el Santísimo para calmar la multitud, no pudieron. Muerto Juan de Avellán nombraron el primer Ayuntamiento democrático de América Latina. Posteriormente mandan despachos para que un tal Astudillo de Petapa regresara las tierras que había sustraído a los zapotecas de Petapa. Y mandan comisionados a diferentes partes de la región para que se insurreccionarán.

Los zapotecas duraron un año en el poder, porque después vino la represión española bajo engaños.  

La rebelión indígena del 22 de marzo de 1660 fue encabezada por Jerónimo Flores, Fabián de Mendoza, Lázaro Mis, Marcos de Figueroa, último descendiente del rey Cosijopí, así como por un grupo más de 50 hombres, entre mixtecos, tehuanos, y otros.