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Arman con música Guateque de Alebrijes

Foto(s): Cortesía
Itzel Guizar
Agencia Reforma

A partir de un viaje a San Martín Tilcajete, en Oaxaca, donde artesanos zapotecos elaboran los famosos alebrijes, el guitarrista Jorge Lechuga Amelco quiso que esas fantásticas criaturas pudieran volverse música.
 
 En entrevista, el intérprete explica que para su disco Guateque de alebrijes comisionó al compositor Lupino Caballero 13 miniaturas para guitarra a partir de dos deidades prehispánicas -Teotl (Dios) y Tlacatecolotl (Diablo) que "representan la dualidad, luz y oscuridad"-, y de animales endémicos.
 
 Durante el proceso creativo mantuvo un intercambio de ideas con Caballero, compositor chihuahuense, para lograr este "revoltijo mágico" de timbres, sonidos y efectos. Le sugirió, por ejemplo, usar un popote para simular el canto del cenzontle, juntar las manos al emular el silbido del tecolote y con coyoles en los pies imitar el sonido del cincuate o culebra sorda mexicana.
 
 "Es una combinación que no es muy común en cuanto a las composiciones normales de guitarra o de los conciertos, por eso fue esta inquietud, y elegí animales endémicos de México porque siempre me ha gustado tratar de representar a mi país en la música que es muy rica y variada", expone el guitarrista, quien se acercó a Caballero, al escuchar otras de sus miniaturas en un recital de Antonio Laguna.
 
 Lechuga comparte que es la primera vez que se involucra de forma directa en una comisión a un compositor.
 
 Dedicadas al guitarrista, las miniaturas llevan por título los nombres de los animales en náhuatl como el Tecolotl (tecolote), Centzontl (cenzontle), Cin-coatl (cincuate), Huitzilin (chupamirto) o el Chapolin (chapulín).
 
 Las piezas pueden ser interpretadas de forma aislada o en conjunto, y aunque pudiera parecer un "mundo enmarañado", en realidad, las obras se relacionan de distintas maneras. Lo ejemplifica con el Koyotl (coyote) cuya partitura es la inversión del Xólotl-itzcuintli (xoloizcuintle) mientras que el cincuate se puede tocar a dueto con el chupamirto.
 
 Cada miniatura se acompaña de un poema traducido del náhuatl al español que "bosqueja la esencia de cada alebrije".

La portada y representación de cada animal es diseño del propio Lechuga, egresado del Conservatorio Nacional de Música , nacido en la Ciudad de México, pero radicado en Hidalgo desde hace 20 años.

Enriquecer el repertorio

 El disco digital, ya disponible en plataformas, se acompaña de un libro de partituras. A través del Programa de Interacción Cultural y Social (PICS) serán donados 32 ejemplares a cinco instituciones gubernamentales de enseñanza musical superior del País.