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Pasatono Orquesta se encamina a su nueva etapa

Foto(s): Cortesía
Itzel Guizar

Agencia Reforma

Después de machetear y tocar por muchos años la música oaxaqueña, Pasatono Orquesta se encamina, con miras a su primer cuarto de siglo, a entrar verdaderamente a la industria musical.
 
 De la nada se presentó ante su puerta un productor del mainstream, Héctor Martínez, interesado en su trabajo, según evoca en entrevista Rubén Luengas, director y fundador de este proyecto.
 
 En ese momento, el ensamble llevaba muchos meses enclaustrado, sin tocar, debido a la pandemia que detuvo todo en seco.
 
 Desde Tezoatlán, cuna de la independencia del Estado de Oaxaca, y también de Pasatono en 1998, Luengas expresa: "Aquí nació todo y aquí volverá a ser todo en esta nueva etapa".
 
 Cuando habla de una nueva etapa se refiere al contrato ya firmado por la agrupación con la productora audiovisual Jaque Content para trabajar con una discográfica bajo un plan de producción musical de gran calidad.

"Pero sin perder la esencia de lo que somos, que ése era mi gran miedo", ataja Luengas, al frente de un proyecto que hunde sus raíces en el legado de la música oaxaqueña, y en centro mixteca.

Derivado de ese contrato, la orquesta ya entró a los estudios de Sony con el productor musical Guillermo Gil para grabar un nuevo disco dentro de su proyecto "Oaxaca Es Música", y vendrán también conciertos, pero su director insiste: sin perder un ápice de lo que Pasatono representa.

 "Un Pasatono que no hace concesiones por vender o por estar en algo, un Pasatono que no hace concesiones por modas políticas ni por momentos históricos. Eso es lo que somos: un Pasatono no folclórico ni folclorizante, un Pasatono a contracorriente, como siempre", enfatiza Luengas.

Su cometido es llegar ahora a un público más extenso, más allá de la audiencia de festivales que ya los conoce.
 
 Pasatono se ha presentado ya, por ejemplo, en el Getty Museum de Los Ángeles, el Lincoln Center de Nueva York y el Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato.
 
 Luengas deposita su confianza en la intuición y experiencia de Gil, un productor musical de la vieja escuela.

"Lo que les llamó la atención fue lo que oían, un sonido no común, siendo un grupo de Oaxaca que alimenta sus raíces musicales en la tradición, en la música de los pueblos originarios; en el grupo hay mixtecos, triquis, zapotecas, siendo un ruso con esa raíz no suena al estereotipo de lo que podríamos pensar suena un grupo de Oaxaca", remata.

 Ese sonido es el que justo pretende compartir Pasatono, ya en el camino por celebrar sus primero 25 años en 2023.
 
 Salvo una pieza de la tradición, el nuevo disco, el sexto en su historia, recogerá sólo composiciones originales tanto de Luengas, voz y bajo quinto, como del saxofonista René González, músico triqui, y de Chogo Prudente, compositor afrodescendiente de Llano Grande.
 
 En contraste, en su primer álbum, Yaa Sii, Música feliz (2004), únicamente tocaban piezas de la tradición, y ahora ofrecen solo originales.
 
 Eso, según Luengas, refleja el camino de la orquesta en estos 24 años.
 
 El lanzamiento mundial del disco, junto con el material audiovisual, ocurrirá en 2023, con gran probabilidad, en la primera mitad del año, y comenzarán entonces a programar conciertos.
 
 Por lo pronto, el Teatro Macedonio Alcalá de la Ciudad de Oaxaca los recibirá este sábado y domingo, a las 20:00 horas.

 
Inventarse un mundo

Pasatono nació de la añoranza por el terruño, al que veían poco probable regresar al haber migrado como tantos otros oaxaqueños para estudiar música en la Ciudad de México.
 
 Surgió en 1998 como trío con la violinista Patricia García, originaria de Oaxaca, al igual que Luengas, mientras estudiaban Etnomusicología en la UNAM, y luego se les unió Édgar Serralde, voz y jarana, nacido en la Ciudad de México.
 
 Entre los viejos músicos, con quienes aprendieron, se le llamaba "pasatono" al espacio donde se ponen los dedos para tocar el violín o la guitarra, y ese fue el nombre elegido para el naciente trío.
 
 Cinco años antes del surgimiento, Luengas y García iban por las comunidades oaxaqueñas investigando, preguntando a los viejos músicos, sobrevivientes de otra época.
 
 "Éramos reflejo de lo que veíamos", rememora su director, primer músico de su familia, hijo de un campesino que trabajó en Estados Unidos con el programa Bracero, y nieto de arrieros.
 
 Pensaban que, de volver a Oaxaca, no tendrían trabajo ni nadie los contrataría, así que, si pretendían regresar, deberían de "inventarse un mundo".
 
 Luengas fue el primero en emprender el regreso, hace 20 años.
 
 Ese mundo que se propusieron crear a su regreso se tradujo en escoletas para enseñar música a niños, como La Tezoateca, una opción de educación musical independiente gestionada por Pasatono, con talleres de laudería, escuelas de música y conciertos. Incluso un museo comunitario donde ni siquiera había -y ni hay- una casa de la cultura.
 
 Revivieron también el circo tradicional, sin animales ni carpa, conocido como La Maroma, que con la colaboración de mayordomías y cofradías ha vuelto a ser parte de las festividades religiosas de su comunidad.

 
En deuda con Toledo 

El Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), creado por el incansable Francisco Toledo, artista plástico y activista social y cultural, fue el primero en abrirle las puertas a Pasatono Orquesta para tocar en 1999.

"Es un lugar emblemático para nosotros", dice su director, Rubén Luengas, y sus conciertos se volvieron parte indispensable de los aniversarios del IAGO. 

También, con el impulso del artista juchiteco, fundaron un exitoso programa para niñas violinistas indígenas en el Centro de las Artes de San Agustín Etla, el célebre CASA, y que ya va en su segunda generación. 

Toledo no sólo creó el arte de la portada para su disco Mitote (2019), sino también apoyó su producción.

"Nuestra admiración y respeto para el maestro Toledo, por siempre", recalca Luengas.

La familia crece

Después de una década como trío, Luengas pensó que era hora de recrear las orquestas fabulosas de las que les hablaban los viejos, y así, en 2008, invitaron a otros músicos para conformar el ensamble con cuerdas, alientos y percusiones, a la usanza de las viejas agrupaciones de la Mixteca.
 
 La experiencia de conformar la orquesta fue una de las razones para querer enseñar al constatar que en el pueblo, Tezoatlán, no había músicos o tenían limitaciones técnicas.
 
 Por lo que decidieron invitar a intérpretes de otras regiones, que, a la postre, enriquecerían el sonido del ensamble: por ejemplo, los alientos de la Sierra Norte, los violinistas de los Valles Centrales o un cantante afrodescendiente.

"El proyecto va mucho con esta riqueza de Oaxaca, se abre a un espectro más general; en este Pasatono vas a encontrar el color de voz de la Costa y a una nueva generación de músicos", añade Luengas, quien se apoya en una base estable de músicos.

Desde su casa en Tezoatlán, donde atesora una colección de unos 200 instrumentos, el músico se enorgullece de la historia labrada con Pasatono Orquesta, producto de su necedad, a pesar de no ser de una familia musical ni, mucho menos, adinerada.
 
 Con una carcajada, suelta: "Soy necio". Un necio que logró regresar al terruño y crear un mundo.