Pasar al contenido principal
x

Las Poquianchis: la oscura historia que manchó a México

Foto(s): Cortesía
Itzel Guizar

Delfina era quien llevaba el liderazgo de las hermanas. También fue quien comenzó el negocio de los burdeles y las cantinas tanto en El Salto como en Lagos de Moreno, Jalisco. Carmen era la que hacía las labores de contabilidad, mientras que María de Jesús expandió el negocio a la ciudad de San Francisco del Rincón, Guanajuato.

Se dice que la idea de ganar dinero con estos negocios fue gracias a una amistad de Carmen, un delincuente que le enseñó cómo administrar estos sitios. Cuando los padres de las hermanas murieron, éstas invirtieron la herencia en esta forma de vida.

Por qué les decían Las Poquianchis

El famoso apodo de las hermanas tiene una historia curiosa detrás. Un conocido suyo, harto de que no le diera las ganancias que esperaba, traspasó su negocio a las hermanas. Este hombre era un joven travesti al que le decían La Poquianchi. Las hermanas rebautizaron el lugar como “La barca de oro” y comenzaron a ser conocidas con el apodo de su antiguo dueño.

Más allá del apodo con el que pasaron a la historia, hay que señalar que en este lugar y sus sucursales, las hermanas González Valenzuela actuaron con total impunidad durante más de 20 años. En ese periodo se dedicaron a engañar y prostituir a cientos de jovencitas a las que maltrataban y asesinaban, con ayuda de matones, sin que nadie las pudiera señalar.

 
Diversas formas de morir a manos de las damas de negro

En su libro Enciclopedia del homicidio serial en México, el periodista Ricardo Ham también señala otras prácticas bastante siniestras de Las Poquianchis.

“Siempre vestidas de negro, Las Poquianchis obligaban a las niñas a prostituirse y participar en ritos satánicos donde incluso algunas eran forzadas a tener sexo con animales o eran violadas por cómplices de las hermanas que eran contratados expresamente para esas labores, o por algún burócrata de poca monta que amenazara con ejercer algún tipo de acción legal contra el tugurio”.

Cuando las mujeres rebasaban los 25 años de edad, los colaboradores masculinos de las hermanas terminaban asesinándolas. Otras se convirtieron en cómplices del negocio, funcionando como celadoras y participando en los homicidios.

Otra manera de morir era cuando las secuestradas no deseaban cumplir con los servicios sexuales que les imponían. En ese momento, recibían crueles golpizas por los servidores de las hermanas.

Varias de ellas no murieron asesinadas sino por las pésimas condiciones de salud e higiene que reinaban en los tugurios. A las mujeres las alimentaban muy mal: apenas recibían raciones mínimas de agua, frijoles y tortillas.

Muchas de estas mujeres también murieron a causa de los abortos que se les practicaban en condiciones médicas infrahumanas.

Los cuerpos de todas las desafortunadas se enterraban en fosas clandestinas o en los mismos dormitorios donde atendían a los clientes.

 
La caída de Las Poquianchis

Fue hasta que una de las jovencitas logró escapar de uno de estos prostíbulos y denunciar el caso a las autoridades, cuando éstas descubrieron lo que Las Poquianchis hacían de manera clandestina.

A pesar de que muchas de esas autoridades sabían lo que pasaba en los prostíbulos (lo sabían porque incluso eran asiduos visitantes), no tuvieron más opción que ceder a la presión pública y detener a las hermanas y sus decenas de cómplices.

Fue el 14 de enero de 1964 cuando las autoridades se presentaron en una de las propiedades de Las Poquianchis para comenzar a desenterrar una de las historias criminales más escandalosas en la historia de México.

En esta propiedad se encontraron cerca de 80 mujeres, 11 hombres y varios fetos. Pese a que se encontraron 91 cuerpos sin vida, las hermanas solo fueron inculpadas por 17 crímenes comprobados y 10 probables. Igualmente se les acusó por secuestro, violación, corrupción de menores, asociación delictuosa e inhumación clandestina.

Ello las llevó a ser condenadas a 40 años de prisión y a resarcir los daños de manera económica a las familias de las muertas.

La historia de La Poquianchis es una de muchas donde se exhibe la corrupción que impera en México y la falta de oportunidades laborales en las zonas más marginadas del país.

Muy Interesante