El Santuario de Guadalupe empezó a construirse en 1895 en el Barrio de San Luisito, hoy, Colonia Independencia. El templo fue sucesor de una capilla que se había levantado casi dos décadas antes.
La edificación del Santuario terminó en 1924. Su fachada estuvo a cargo de Antonio Puga y cuenta con un estilo vernáculo colonial, aunque su bicromatismo refleja una inspiración morisca.
La Basílica de Guadalupe, aledaña al Santuario, se edificó entre 1978 y 1982, en terrenos de la desaparecida Plaza Salvador Díaz Mirón. Sus diseñadores fueron los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez, Antonio Elosúa Muguerza y fray Gabriel Chávez.
Con capacidad para 2 mil 500 personas, su estructura tiene forma piramidal que se parte por vitrales.
La imagen de la Virgen de Guadalupe, en el altar de la Basílica, fue pintada hace 100 años por el artista poblano Rafael Aguirre, quien recibió la encomienda de crear el lienzo del Siervo de Dios Padre Raymundo Jardón.
La obra, de 174 por 112 cm, fue restaurada este año, junto con su marco, por el especialista Alberto Compiani.
Una enorme piedra que se extrajo del Cerro del Tepeyac, escenario de las apariciones marianas, en la Ciudad de México, sirve de altar en la Basílica.
5. JUAN DIEGOJuan Diego Cuauhtlatoatzin (águila que habla, en náhuatl), de la etnia chichimeca, un viudo de 57 años de edad, vivió, aseguran las crónicas guadalupanas, un encuentro con la "Señora del Cielo", en el Cerro del Tepeyac, en 1531.
En su tosca tilma, en la que guardaba rosas para mostrarlas al Obispo fray Juan de Zumárraga como prueba de la aparición mariana, quedó impresa la imagen de la Virgen de Guadalupe. El Papa Juan Pablo II lo elevó a santo en el 2002.
Desde el 12 de octubre, fecha en la que se recuerda la coronación pontificia de Nuestra Señora de Guadalupe por el Papa León XIII, en 1895, hasta el 12 de diciembre, su fiesta patronal, miles de fieles de todas las edades y sectores sociales, muchos de ellos en peregrinación, se unen hacia un destino de fe: la Basílica de la Independencia.
Hasta hace unas décadas, algunos papás llevaban a sus hijos vestidos como pequeños Juan Diegos o Guadalupitas, a manera de "manda" por milagros concedidos.
Hay quienes afirman que la danza de matachines o matlachines, infaltable símbolo del festejo guadalupano y guía de la peregrinación, tiene su origen en las danzas carnavalescas europeas del siglo 15 que se fusionaron con los bailes tradicionales indígenas.
Lo que sí es seguro es que cada matachín, de herencia mestiza u originaria, cumple con su vistoso traje y sus pasos que resuenan al ritmo del tambor y del violín con un devoto mandato: orar con movimiento.
Desde su creación, velas y veladoras aparecen en los ritos y ceremonias de muchas religiones, como el budismo y el judaísmo. Para el cristianismo, su luz simboliza a Jesús, el Hijo de Dios que ilumina al mundo. En el exterior de la Basílica guadalupana, existe un sitio con murales de la Virgen y del pueblo regio católico donde los fieles encienden sus veladoras y las ofrecen con devoción.
9. LA FERIAPara el historiador Carlos González, las fiestas en honor a la Virgen de Guadalupe iniciaron en el Barrio San Luisito en el último tercio del siglo 19, cuando ya existía una capilla en forma, la edificada en 1875.
Aunque su extensión ha cambiado por reglas municipales, la vendimia en la feria se mantiene: se ofrecen desde caramelos, dulces mexicanos y antojitos hasta churros, pan... y cobertores, cuyos vendedores son famosos por sus gritonas frases: "¡a ver este otro, aborregado, si lo quieres, te lo vendo; caballero, si lo quieres, en 500, te lo llevas".
Tacos, flautas, tostadas, enchiladas, sopes, tortas, caldo de res... Comer o cenar en los puestos de antojitos es también una tradición en la feria. Con un poco de suerte, pueden llegar a tocar hasta tu mesa músicos de vallenato. Esta fiesta también sabe a cocada, gusanitos de leche, queso de tuna, hot cakes, elote en vaso y papa en espiral.
