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La talabartería juchiteca se resiste a morir

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- El pequeño martillo choca una y otra vez sobre las tiras delgadas de cuero sujetas a la horma de madera; José Luis Ramírez es preciso en sus golpes, sabe cuándo parar, lleva más de medio siglo elaborando los tradicionales y casi extintos huaraches de cuero, únicos en el mundo.


Ardua jornada


José Luis tiene 67 años, pero desde los 15, hace 52 años, su padre le enseñó el oficio de la talabartería, él a su vez le enseñó a su hijo.


Su taller se reduce a una mesa de madera de dos metros y medio de largo por uno y medio e ancho, colocado debajo de un árbol de Almendra en uno de tantos callejones de Cheguigo, en Juchitán.


Su día comienza alrededor de las seis de la mañana y concluye a las seis de la tarde, de lunes a sábado, produce al día dos docenas de pares de huaraches de cuero o como él los llama de "indio"; al final del día elabora 48 piezas que oferta su esposa en el mercado local o regional a 150 pesos la docena, es decir 300 pesos.


"Es mucho trabajo y poca la paga. Es muy laborioso hacer los huaraches de indio porque lleva todo un proceso, desde la selección de la piel, corte de las llantas para las suelas, armarlo y luego competir con los chinos, que son los que meten más huaraches y calzados en toda la región. Aunque siempre nos piden las piezas porque son únicas, en ningún lugar del mundo los hacen, al menos éstas" , explica sin dejar de martillar la piel.


El armado de una pieza le lleva a José Luis tan sólo 10 minutos, pero la preparación del material dos días antes. Para trabajar este estilo de calzado muy tradicional en el Istmo compra la piel curtida de toda una res, de donde saca para tres docenas y media de huaraches: 42 pares.


Para la suela utiliza las llantas viejas de carros, porque son la más aguantadoras; el calzado es para José Luis hasta ecológico, recicla y es amigable con el medio ambiente. "Vamos con los mecánicos y nos venden las llantas viejas y esas las cortamos a las medidas y las utilizamos como suela. Somos hasta ecologistas", bromea en zapoteco sin dejar de tejer las tiras sobre la horma.


La competencia... sintética


La competencia más fuerte que tiene son los más de 100 huaracheros que existen en Juchitán y que utilizan la piel sintética para hacer calzado y experimentan con muchos modelos, además de los revendedores que adquieren sandalias de León, Guanajuato, por lo que desde hace más de 30 años prefirió ofertar la mitad de sus productos fuera de Juchitán.


"Voy mucho a Chiapas, Tuxtepec y Loma Bonita, esas zonas son buenos mercados para el producto artesanal, pero también ha disminuido la venta. Antes, hace 20 años, llevaba seis gruesas de huaraches, es decir seis costales cada 15 días, sobre todo los utilizaban para la zafra en los ingenios, pero todo cayó cuando comenzaron a utilizar las botas de plástico, ahora solo llevo de seis a ocho docenas al mes", detalló.


El TLC casi sepulta el oficio


Para José Luis el Tratado de Libre Comercio les afectó terriblemente, porque al país comenzó a entrar todo tipo de calzado, sobre todo sandalias de China, Taiwán e India, compitiendo con los precios económicos, aunque el material sea de mala calidad y desechables.


"Al final la gente quiere cosas baratas, aunque sólo les dure una semana. Nosotros los talabarteros de huaraches tradicionales y de piel no podemos dar barato, damos lo que cuesta, aunque la ganancia sea mínima. Tenemos un mercado estable y fiel".


Mercado sin impulso


Ni José Luis ni los más de 100 huaracheros que están en Juchitán reciben apoyo alguno del gobierno federal, estatal ni municipal, mantienen el oficio a base de esfuerzo, así como invertir lo poco que tienen para continuar con el trabajo todos los días, aunque las ganancias no rebasen los 100 pesos diarios.


Este zapoteca no se ve en otro oficio, no sabe hacer otra cosa que estar 12 horas parado frente a una mesa aplastando tiras de piel de ganado sobre una horma de madera.


67


Años tiene José Luis.


48


Piezas elabora diariamente.


150


Pesos cuesta la docena.