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Bomberos de carne y hueso en Juchitán, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- Todo comenzó bajo un árbol de huanacastle…


En el Istmo, para conocer a un bombero capacitado hay que viajar a la ciudad de Juchitán, ahí está la única estación de la región que atiende las emergencias en éste y en 10 municipios más.


Los bomberos de Juchitán están adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca (SSPO), de ahí su preparación rigurosa como los lugares a los cuales pueden ser desplegados; en una ocasión acudieron a atender un problema hasta los límites con el estado de Chiapas.


Francisco Vázquez Jiménez es descrito como una persona muy accesible y amable, es el comandante de la Estación. Es delgado y, a simple vista, se nota que podría correr varios metros sin perder el aliento, de cabello corto -aunque ya se distinguen algunos tallos blancos-. Siempre va cargado de un radio y un celular, presta atención a todo lo que escucha.


Así como los militares, los bomberos tienen su rutina que arranca a las 07:00 horas que, en el argot castrense, es el “cambio de guardia”. Paco Vázquez, como es mejor conocido el comandante, explica que para cubrir las emergencias a presentar el personal se divide en turnos de 24 por 24.


Rendir parte


En el momento de relevo es cuando existe mucho movimiento, los que se van tienen que hacer un documento de parte y novedades, para que los que se queden estén actualizados. Se checan las unidades, ambulancias y vehículos contra incendios, para ver si están en óptimas condiciones de prestar servicio a la comunidad.


Al ser un cuerpo de emergencia, describe que hay días en los cuales no son requeridos y otros donde no dejan de entrar y salir.


Fue muy específico al señalar que un bombero en el siglo XXI no sólo sofoca incendios. Su labor se ha diversificado y, con ello, su entrenamiento; atienden desde un ataque de abejas, rescate en ríos, choques y son paramédicos.


Su labor no sólo demanda tener coraje y valentía, deben estar entrenados mentalmente, conservar la mente fría. Y algo muy importante: contar con una excelente condición física; así que todos los días realizan ejercicios durante una hora u hora y media.


También practican y repasan los procedimientos de la agrupación.


Personal y labores


En total son 16 elementos en la corporación y 4 paramédicos, ellos deben atender lo que ocurra en el Istmo, y no es un trabajo de solamente para hombres, el comandante declara, con mucho orgullo, que hay una mujer en las filas y se busca que más mujeres se unan al equipo.


La emergencia que más han atendido es el prehospitalario, que consiste en dar socorro con sus ambulancias en diferentes hechos, desde atropellados hasta baleados. No hay Cruz Roja en Juchitán, sólo en Tehuantepec y Salina Cruz.


Como prueba irrefutable de todo lo que hacen están sus unidades: dos ambulancias, una pipa de 10 mil litros de capacidad, un carro bomba, tres motocicletas, un consultorio móvil, una unidad de ataque rápido y una lancha.


Reciben el apoyo de la SSPO y del municipio. Del primero reciben la capacitación, en ocasiones cada 15 días, ya que todos son bomberos de clase “A”.


Se les cuestionó sobre las carencias que afronta el Heroico Cuerpo, respondió que les hacen falta equipos de respiración autónoma y de extricación (herramientas para rescatar a personas de vehículos), hacen falta las famosas “quijadas de la vida”, lo que ocupan son sierra y gato hidráulico pero aun así ellos van a laborar.


En promedio atienden tres emergencias y en un año llegaron a los dos mil servicios a la población en el Istmo.


No se hace bombero, se nace bombero


Francisco Vázquez Jiménez fue director de Protección Civil, pero ya traía en la mente esa “semilla” de crear un cuerpo de bomberos.


Gestionó para que se incorporarán a la SSPO y ser profesionales porque él considera que “no por ser gratis, debe ser cualquier cosa, debe ser un servicio de calidad”, nunca han recibido un solo peso de todos los que han atendido y en ocasiones ni las gracias.


Las familias se quedan en casa y los encomiendan cada que salen para la estación, porque es un trabajo de alto riesgo y, como reza el dicho popular: “nadie tiene la vida comprada”.


Ellos declaran que a pesar de todo quieren seguir siendo bomberos, es una convicción que les nació y por ello se enrolaron.