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Enterraban a sus muertos en el hogar

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- La festividad de Todos Santos en Juchitán no se celebra el 1 y 2 de noviembre, sino el 30 y 31 de octubre.


Fue tal la rebeldía de los zapotecas de este pueblo, que no se dejaron imponer la tradición española. Sin embargo, este culto a los muertos es un sincretismo religioso de las antiguas tradiciones indígenas con el rito católico.


Era tan sagrado este tiempo dedicado a los difuntos, que según cuenta Tomás Chiñas Santiago, en los tiempos de la Revolución, cuando el pueblo estaba dividido en dos bandos antagónicos, “hicieron una tregua en esta fiesta sagrada y se dividieron las fechas para el culto a sus muertos, el 30 para los verdes, habitantes del lado sur; y el 31 para los rojos, pobladores del lado norte”.


Acuerdan tregua para agasajar a sus difuntos


Victoria Sánchez Hernández fue una aguerrida mujer zapoteca, heredera de aquel bando verde y militante del partido político que se caracterizó por ese color, conocida en vida en la Séptima Sección como “Viqui Quetu”, le hicieron su xandu’ yaa o primer Todo-Santos al estilo tradicional, en su casa ubicada en el corazón de este barrio.


Desde temprano, familiares y vecinos acudieron a realizar su tequio. Los hombres en la elaboración del biguie’ que consta de un retablo de estructura de madera que llaman beedxe’ (jaguar) sobre el que se amarran flores de cempasúchil, panes y frutos; y a la cabeza de este armazón, una cruz adornada con la flor llamada cresta de gallo.


Desde la madrugada se sacrificó un cerdo, las mujeres prepararon el mole, prepararon el maíz, acudieron al molino para obtener la masa para los tamales, previamente se ordenó a una panadera tradicional que horneara una variedad de panes para el altar y para acompañar el chocolate que es ofrecido a los hombres por su colaboración.


La gran cantidad de frutos, principalmente manzanas y naranjas, son colgados en los arcos hechos de plátano y cañas de azúcar, frente al beedxe’, así como en la puerta de acceso a la casa y en el portón que da a la calle. Una vez que quedan terminados los arreglos, es llamada la rezadora para repetir las letanías por las almas de los difuntos.


Como al mediodía empiezan a llegar las conocidas a dejar sus flores y su óbolo. La anfitriona las recibe y regresa el gesto con tamales y pan. Durante todo el día recibirán las visitas de parientes, vecinos y conocidos.


En la zona sur de la ciudad, que abarca la Séptima, Sexta, Quinta, Octava y Novena Sección, se erigen altares como el biguie’ tradicional, donde se repite este rito de solidaridad y cooperación.


Por la tarde-noche llegan los hombres a dejar su limosna. Son atendidos con tamales, café, mezcal, refrescos y hasta cerveza. La velada es acompañada con música, la que nunca falta en los momentos importantes de los juchitecos.


La simbología del altar tradicional biguie’


El maestro Tomás Chiñas Santiago considera que a diferencia de otros pueblos que acuden a los panteones para dar culto a sus muertos, los zapotecos del Istmo lo hacen en sus casas porque en la época prehispánica no había panteones y se enterraban en el suelo del hogar.


“Los zapotecas antiguos enterraban a sus muertos, desde los tiempos primigenios, en el suelo de la choza donde residía la familia, siendo la tierra ocupada por sus seres queridos el punto más importante para unirse con sus antepasados”.


Sobre el retablo de flores que preside la ofrenda zapoteca llamado Beedxe’, considera “que representa al jaguar, animal totémico de los pueblos mesoamericanos.


Es un retablo rústico que tiene significado religioso y simbólico, ya que se le considera un centro sagrado, un lugar envuelto por la presencia divina de los espíritus que retornan; es el recinto donde se realizan su contacto y su comunicación”.


En este sitio quedan los antiguos vestigios de la cosmovisión de los antiguos. “En lo más profundo del simbolismo subyace la idea de que es el centro o imagen del universo, era el plano meridional del universo indígena; los Binnigula’sa’ lo consideraban el núcleo de la tierra, del cual surgía toda vida”.