Pasar al contenido principal
x

Obispo Lona Reyes, una vida de servicio en el Istmo

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- En una misa privada que se transmitió por sus redes sociales el obispo emérito de la Diócesis de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes celebró sus 68 años de haber sido ordenado sacerdote y 49 años consagrado como obispo de Tehuantepec.


En la homilía el llamado "Padre Obispo", con una incipiente barba blanca, se dirigió a sus fieles y les solicitó “pedir por este pecador y publicano, el séptimo obispo de Tehuantepec” mientras era asistido por un sacerdote.


Dijo que en los 49 años de servicio como obispo su trabajo ha sido la opción preferencial por los pobres, los indígenas, los campesinos, “(como era) mi ilusión desde un principio” cuando fue consagrado obispo de Tehuantepec el 15 de agosto de 1971 por el papa Paulo VI.


Lucha en la Tierra por el reino de Dios


Recordó que como joven obispo encabezó a los sacerdotes de la diócesis en “la lucha por el reino de Dios” y se le presentaron muchos obstáculos.


“Hay enemigos en todas partes y no quiero hablar de los atentados”.


Con 94 años de edad pero con una sana lucidez, se refirió a su trabajo pastoral.


“A pesar de mis achaques y enfermedades que ya son varias, quiero seguir luchando por el reino, y seguir siendo un poquito de ejemplo con los sacerdotes”, sostuvo.


Agregó que se alegra que a pesar de haber dejado de ser titular hace veinte años la gente todavía lo reconozca como su obispo.


“Me alegra haber sido un poquito útil”.


Dar esperanza y alegría a los pobres, el objetivo


En su trabajo pastoral, el obispo venido de Aguascalientes dejó a un lado la formalidad de su cargo y puso manos a la obra.


Él mismo contaba que cuando lo fue a buscar por primera vez el sacerdote de Tehuantepec, Nicolás Vichido Rito, lo encontró en el obispado revolviendo la mezcla y confundiéndolo con un albañil le preguntó por el nuevo obispo de Tehuantepec.


Abrazó la Teología de la Liberación que parte desde el mundo de la exclusión y la pobreza, para darle esperanza y alegría a los pobres. Mas allá de la oración y la liturgia, puso en práctica “el lenguaje de Dios” con los más marginados de su diócesis.


Llevó educación a los mas necesitados, los organizó para sus cultivos no fueran acaparados por los coyotes, e intercedió por ellos ante las injusticias. Por esa gran labor hacia los que menos tienen, sufrió varios atentados contra su vida.