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Traje regional del Istmo, entre la piratería y el robo

Foto(s): Cortesía
Gerardo Valdivieso Parada

JUCHITÁN, Oaxaca.- Ante los constantes robos de trajes istmeños en las casas, el alto costo que representa para la mayoría por la gran demanda de afuera, y el avance y proliferación de los huipiles hechos por computadora, para la mayor figura del tejido a mano en el Istmo, Natividad Amador, el traje regional hecho a mano está muy distante de ser desplazado en el Istmo y al contrario está en su mejor momento.

Ante la mayor atención de la delincuencia de robarse los trajes por su gran demanda y la piratería que podría llevar a la “gentrificación” del traje regional hecho a mano, al que solo podría tener acceso la gente rica y de otras partes, la artista plástica juchiteca considera que esto no podría pasar o sería muy lejano en el caso del Istmo, aunque reconoció el avance de la piratería.

Entre lo falso y lo verdadero

“Hay muchos huipiles falsos, que son como impresiones, hay gente que se pone estos trajes, pero no creo que la gente lo deje de usar porque de plano no pueda usarlo, porque es una cuestión de gustos, de historia, de memoria”.

Para la reconocida artista de las pinturas bordadas, para valorar un traje se requiere conocer y difundir su historia “no solamente se requiere hacer un traje regional si no hay que tener conocimiento de lo que es el traje: la historia del bordado, la cadenilla, el tejido; cuándo se debe de usar, qué características tiene en cada población”.

Dijo que las nuevas generaciones hay que fundamentarles el gusto por los trajes a través de toda esta información, y cuál es la abismal diferencia entre portar un traje hecho a máquina Singer de pedal para hacer los trajes de cadenilla que uno hecho por una computadora. “Sin ese conocimiento les va dar igual ponerse una de computadora que tener el gusto de la textura y la composición de colores que tiene el traje de bordado o cadenilla”.

¡Si no puedes comprarlo, hazlo!

Ante el encarecimiento de la prendas plantea una alternativa: “La gente que no pueda comprarse un traje puede sentarse a hacerlo, sí es tardado, pero si alguien va a festejar sus treinta años o se va casar, puede ponerse a hacerse el traje, ahora ya hay muchas telas diseñadas o dibujadas que se venden, hay mucho movimiento con el traje regional”.

La autora de “Pinthila” consideró que ante la inmediatez que impone la modernidad que todo lo quiere al instante hay que anteponer las antiguas costumbres del pasado, cuando en la elaboración del traje se ponían de acuerdo las hermanas para realizarse uno y la convivencia familiar que significaba, o cuando se planeaba estrenar un traje en mayo se iniciaba a  hacerlo desde un año antes.

En su caso, dijo que cuando era niña mandarse a hacer un traje era casi un ritual, luego de escoger la tela se acudía a la casa de la artesana y se platicaba largamente sobre el traje o de otros temas para esperar el tiempo necesario para tenerlo ya listo.

Agregó que un buen traje hecho a mano requiere su tiempo y cuando la gente de fuera y la local conoce el proceso que lleva a realizar un traje los lleva a valorarlo más: “No es lo mismo que en una computadora que te hace ocho o diez huipiles en una hora sino es que más”.

Fuente de sustento

Consideró que la apertura del traje regional a otros mercados y su gran demanda que ha hecho proliferar talleres y tiendas para satisfacer el gusto por ponerse un traje en otras latitudes y ha dado trabajo a las artesanas de comunidades pobres, que han encontrado una forma de sustento en la gran demanda de huipiles, viene también lo malo: el robo de trajes que luego aparecen en las estanterías de la casas de préstamo o empeño.

Para la pintora, el traje regional está en su mejor momento, pues la gente lo está volviendo a portar como en los mejores años del pasado.

“Veo que mucha gente está usando el traje regional nuevamente, al contrario de perderse se ha enriquecido, en la Séptima veo que en cada casa la gente tiene un bastidor y están trabajando, espero que no llegue el momento que la gente lo deje de usar”.

 

“Hay muchos huipiles falsos, que son como impresiones, hay gente que se pone estos trajes, pero no creo que la gente lo deje de usar porque de plano no pueda usarlo, porque es una cuestión de gustos, de historia, de memoria”.